Hace ya varios años empecé a escribir un libro de poemas que aún no termino. Un día decidí llamarlo "Todos los duelos".
De alguna forma se trata de lo que empezó desde el momento de nacer, empezar a vivir los duelos de las pérdidas.
A veces he pensado que me tocó la mala suerte de todo lo que me tocó vivir, y entonces recuerdo aquel "mantra" de no retar al universo, a Dios o a la vida con esa idea, y preferir ser "optimista" y creer que las cosas siempre pueden empeorar y sonreír.
Pese a este optimismo, todos los duelos refleja el inicio de la temporada de pérdidas que empezó con la vida misma, y llegar a la estoica conclusión de que mi vida, es pues una vida de pérdidas y resignaciones felices de esas pérdidas.
Nada hay para siempre decía mi abuela, nada dura toda la vida, y aprender a soltar es lo único que me ha dado la fortaleza para ser hoy esta que suelta con paz y serenidad, la que el haber soltado a lo largo de mi vida, hasta el punto de pensar en escribir en las pérdidas, llorarlas, perdonarme por las que dejé que me arrastraran y elegir las palabras bonitas, las palabras que atemperan el alma, las que dan remanso al corazón y se organizan para dar una sonrisa tímida alegre y decir, la vida es así, es pérdida desde que inicia y todo se trata de saber que algunas pérdidas son lo más doloroso y otras lo necesario para seguir viviendo.
Como cada año, te recuerdo mi querida Brígida, la más perfecta y hermosa, y te seguiré recordando en estos días de duelos y recuerdos. Y acaricio tu imagen en esa silla de madera alta, en esa casa donde viven mis tristezas más profundas de la infancia y mis alegrías más puras de la vida feliz que tuve en medio del infortunio de la más absoluta pobreza, y sonreír en este presente de paz y tranquila existencia.
Mi pequeña niña, duerme. Yo sueño que los cerros me siguen esperando hasta el día en que he de volver a casa.